
MANIFIESTO "Huellas De Los Peregrinos"
No nacimos con un mapa en la mano. Nacimos en contextos difíciles, con preguntas que dolían, con heridas que todavía arden. Pero un día entendimos que no se trata de evitar el dolor, sino de caminar con él. Y así empezamos a andar.
Caminamos por rutas, por montañas, por ríos. Caminamos por dentro y por fuera. Conocimos la injusticia desde chicos, la desigualdad, el abandono, la violencia. Y también conocimos la dignidad, la resistencia, el amor de los que no se rinden.
Somos peregrinos no porque queramos escapar, sino porque elegimos buscar. Porque sabemos que cada paso puede ser una transformación. Porque creemos que la vida no se piensa: se camina.
Huellas de los Peregrinos nace de esa búsqueda. De un camino hecho de cuerpos cansados, de causas no siempre logradas, de abrazos de desconocidos, de mochilas con más esperanza que certezas.
Este no es un proyecto de turismo, ni de autoayuda. Es un espacio de encuentro, de verdad, de profundidad. Donde cada persona pueda animarse a hacer su propio camino, a cruzar su umbral, a descubrir que la salida no es hacia afuera, sino hacia adentro.
A veces se camina mil kilómetros, a veces se camina una sola decisión. No importa la distancia, importa el sentido.
Por eso estamos acá. Para dejar una huella. Para no dejar que el paso por este mundo sea en vano. Para construir un camino que otros puedan recorrer, cuando les toque, si así lo eligen.
Porque nadie camina solo. Porque cada huella cuenta. Porque todavía hay mucho por andar.
Alejandro – El Peregrino Inquieto
“¿Quién soy hoy?”, me pregunté. Me recibí de abogado… y me fui a Australia. Estaba haciendo un máster en negocios… y lo dejé. ¿Para qué? Para caminar. Para buscar algo que no sabía ni cómo se llamaba.
Caminé el Camino de Santiago, mil kilómetros. Después seguí hasta Roma, sin mapas, sin planes. Caminé por rutas, por autopistas, por pueblos perdidos. Dos mil kilómetros. Tres meses. Un palo, una mochila, y la gente. Porque era la gente la que me sostenía. Porque eso, hermano, eso es lo real.
Después subí al Aconcagua. Pero no soy montañista. Soy un pibe que busca propósito. Y que todavía no lo encontró del todo… al menos no conscientemente.
Tengo galardones que suenan épicos, y cuando los cuento la gente dice: “está re loco este flaco”. Pero lo único que busco es algo genuino. Algo que me haga sentir que estoy vivo. Que no estoy en piloto automático.
¿Sabés cuándo me di cuenta de que estaba vivo? Cuando volví de Jerusalén porque mi vieja me dijo que tenía nódulos. Me dijo: “Si pensás que ya hablamos todo, seguí caminando dos años más”. Y me volví. Porque ser peregrino no siempre es seguir. A veces es saber cuándo volver.
Hoy no reniego de nada. Estoy vivo. Estoy vivo por mí. Porque todavía tengo algo para andar. Y porque creo que lo que hago, tiene que ser auténtico. Si no, no lo hago.
Walter Oscar – El Peregrino Social
Me llamo Walter. Nací en plena dictadura militar, en el seno de una familia militar. Fui muy amado, muy protegido. Fueron, quizás, los mejores cuatro años de mi vida. Tuve todo lo que un niño puede necesitar.
Pero aún así, algo dentro mío ya miraba más allá. Algo me decía que afuera había otra realidad, que no todo era tan justo, tan cálido, tan seguro como mi casa. Desde muy chico sentí esa doble conciencia: la del privilegio y la del dolor ajeno. Y esa mirada me marcó para siempre.
Desde las rejas de mi casa, con apenas cuatro años, miraba cómo otros chicos buscaban el diario para repartir. Eran pobres, eran chicos, y a veces eran castigados por otros mayores. Los dejaban sin su merienda, sin su plato de comida. Yo los veía llorar, y algo en mí se rompía sin saber todavía por qué.
Con la democracia nos mudamos a un barrio popular. Y con él, la desigualdad. Vi cómo algunos tenían demasiado, y otros, nada. Esa herida se convirtió en brújula.
Estudié Psicología Social para entenderme, para entendernos. Y trabajé en el Consejo del Niño y la Familia, donde vi con mis propios ojos lo que la violencia es capaz de provocar. De ahí nació Una Locura Solidaria un triatlón de 2500 km desde Cassino Brasil hasta Viña del Mar Chile. Quise construir un centro de atención, quise ofrecer refugio. El edificio no se levantó, pero sí se levantó algo dentro mío.
Porque creo que eso es la vida: seguir caminando, aunque no todo salga como esperábamos. Seguir dejando huellas, aunque a veces no sepamos si alguien las va a seguir. No quedarse quieto. No endurecerse. No olvidar.
Conocí a Alejandro en medio de todo ese andar. Me habló del Camino de Santiago. De llevar el cuerpo al límite, de escuchar al alma cuando ya no hay señal. Entendí que la transformación no es solo una idea: es algo que se camina, se suda, se sangra si hace falta.
Y por eso estamos acá, construyendo este camino que llamamos Huellas de los Peregrinos. Porque todavía hay mucho por andar. Porque creemos en dejar algo. Porque creemos que todavía se puede.






Huellas de Los Peregrinos
Si tienes alguna consulta, puedes contactarnos en:
📩 Email: [contacto@llamada.huelladelosperegrinos.help]
📞 WhatsApp: [+54 3456469621]
Registrate


tuproyectoperfecto@gmail.com
Contacto